El proceso de aprender y enseñar es como el proceso de sembrar. La persona que siembra es un sembrador. La persona que enseña es un(a) educador(a). Dependiendo cuál sea la semilla a sembrar, se escoge y se prepara el terreno. Los(as) niños(as) se colocan por grado, dependiendo de su edad y otros factores (educación especial). La semilla que se siembra, comienza a crecer; y hay que continuar dándole el mantenimiento requerido para que no se seque. Los niños comienzan en escuela elemental, continúan con intermedia, después la superior, hasta llegar a vocacional, instituto o universidad, ya que así como la semilla crece, los niños pasan por unas etapas de crecimiento y desarrollo. Los educadores tienen que enseñarlos bien, para que ellos aprendan bien, atesorando lo aprendido y poniéndolo en práctica.
Los sembradores buscan un terreno fértil, en el cual se puedan dar los frutos. Dependiendo la semilla y el terreno, así será el fruto. Los educadores, que son los sembradores, siembran la semilla de la enseñanza, según la materia en que se especializan, para que los niños aprendan y puedan ver el fruto. El fruto viene siendo la preparación que tuvo ese niño, lo cual lo llevó a ejercer una profesión, a obtener una carrera/vocación, en la cual se desempeñará para ser útil a su familia, a su comunidad y a la sociedad. De acuerdo al mantenimiento que se le dé al terreno, donde está la semilla sembrada, dependerá cuán productivo sea el árbol o la planta y la calidad de sus frutos. La enseñanza influye totalmente en el aprendizaje del niño y lo moldea o forma como ser humano. Lo que el niño aprenda por la enseñanza recibida, le ayudará a ir perfeccionando sus destrezas y habilidades.
El Sembrador es el maestro/educador, quien siembra la semilla. La educación es la semilla.
El terreno donde se siembra es en las mentes y en los corazones de los estudiantes/educandos.
Y esa semilla germinará y dará su fruto
para toda la vida.
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